lunes, 8 de agosto de 2011

Ascenso y caída del sueño burgués en la poesía de Aulicino (por Pablo E. Chacón para Telam)



En "Libro del engaño y del desengaño", el poeta Jorge Aulicino recrea, en una clave más extrañada que estrictamente lírica, la ascensión y caída del sueño burgués en la Argentina contemporánea, sube y baja de una historia que lejos del fin, continúa su ciclo circular.

El volumen, publicado por las Ediciones en Danza, está compuesto por cuatro partes: la primera; Epílogos; Tres poemas chinos (traducciones); y El árbol de Baudelaire.

Aulicino nació en Buenos Aires en 1949; integró, en los 70, el grupo y taller Mario Jorge De Lellis y fue parte del comité de dirección del Diario de Poesía en los 80. Además, se desempeñó en agencias de noticias, revistas y diarios.

Publicó, desde 1974, los libros "Vuelo bajo", "Poeta antiguo", "La caída de los cuerpos", "Paisaje con autor", "Hombres en un restaurante", "Almas en movimiento", "La línea del coyote", "Las Vegas", "La nada", "La luz checoslovaca", "Hostias", "Máquina de faro", "Cierta dureza en la sintaxis" y "Memoria de Garbeld".

En una colección despojada de mayores adjetivos (o de adjetivos suntuarios), Aulicino sostiene que su prosa "no es decimonónica", y que "algún sostén debe tener".

Y agrega que "si no hubiese este tipo de funcionamiento, no sería pertinente llamar poesía a estos textos, ni a casi ninguno de los textos contemporáneos que se ubican bajo esa denominación".

Es que "el trabajo con la poesía, sobre todo en textos extensos, que pretenden dar cuenta de una experiencia más amplia de su asunto, y de la historia en este caso, consiste precisamente en conectar fragmentos".

El vate argumenta que "la poesía no consiste, es obvio, en quebrar la trama, sino en lo que conecta esos tramos, ese relato, esos capítulos dispersos. Ahí se acierta o no, porque todo es medio intuitivo. Allí se busca la subjetividad que coincida con la propia".

Cuestiones menos técnicas obligan a preguntar por el ambiente que respiran estos textos.

"El ambiente urbano es el de casi todo lo que escribí. (Pero) en este caso, mi `engaño y desengaño` tiene que ver con la política".

"El primer poema, el que da título al libro, dividido en 30 estancias, es un relato de la ascensión y caída del sueño burgués de la Argentina y de mi propio sueño, si tuve alguno", dice Aulicino.

"Lo que busqué (en estas piezas) es la presencia de una mirada por encima del conflicto. Una mirada histórica, en sentido hegeliano: no todo en la historia es ascensión hacia la idea".

"Están esas famosas zonas oscuras en torno a los hechos que tejen un sentido. El asunto es que uno, por definición, no puede situarse en el lugar de la idea. De allí la visión fragmentaria, en última instancia".

La idea, en Hegel, es el Estado o es Dios. En este caso, "en el lugar de la idea está Dios. Esto no es panteísmo. Trato de saldar la cuestión en el último poema y más precisamente en el último verso: tradúcetelo como puedas", aclara el escritor.

Y "si está Dios en los vislumbres de los que hablaba Wordsworth, entonces está en todas partes. La cuestión es qué hacer con las `partes` degradadas, perdidas, de la historia. Con toda esa chatarra. También eso deber ser `leído`".

Leer, pero no leer como se lee un relato. "Esto no es un relato, en el sentido que actualmente se usa ese término en la ciencia política, y tampoco en el sentido convencional literario.

No es una visión de la Historia. No es un recorte coherente".

"Son mitos -dice Aulicino- sometidos al tiempo del relato, que es el devenir, el desgaste. La vuelta completa me parece que lleva a la pregunta que finalmente se le formula a Wordsworth.

¿Dónde está el `natural sway`, la natural simpatía, la identificación, el vislumbre de una totalidad?".

Entre paréntesis, el poeta se nombra una "demanda contra el olvido. Esa referencia alude a la que escribió (Raúl) González Tuñón: `Demanda contra el olvido`".

Ese libro, Tuñón lo escribió para el Partido Comunista (PC) o pensando en que lo publicaría el PC. Parece que el libro se demoraba en salir porque el PC lo demoraba. Tal vez no era lo suficientemente canónico".

Finalmente, "terminó publicándolo en la heterodoxa editorial de José Luis Mangieri, La Rosa Blindada. El título cobraba, así, un segundo significado: demanda contra el olvido del PC en publicarlo, y tal vez demanda contra el olvido de los personajes del libro en la historia oficial bolchevique".

Y en efecto, "creo que están las voces de (Alberto) Girri y (Joaquín) Giannuzzi en el libro, en cuanto al modo de encarar la realidad. La `Otra demanda...` en particular es la que inevitablemente requiere la época. La demanda política contra el olvido".

Por cierto, pero ¿contra el olvido de qué? "Porque son muchas, muchas, las cosas que no deberíamos olvidar. La derrota, la crueldad, y los errores, el delirio", dice Aulicino.

Con todo, este no es un libro extrañado en ese sentido. "No estaban en mi cabeza las `Iluminaciones` de (Arthur) Rimbaud. El extrañamiento sí es buscado. No sé si encontrado. La intención, o la forma en que se presentan para mí las cosas, es siempre la de un gran cuadro que compone infinidad de escenas, como los cuadros de El Bosco, digamos".

Este hombre, que ha traducido a Cesare Pavese, Pier Paolo Pasolini, Ezra Pound y a Dante Alighieri, entre otros, piensa que ese ejercicio "conduce a algo en el propio idioma, a pensar en cómo y por qué se usan las palabras".

"Después de mucha traducción, uno es más esclavo del diccionario, por un lado, y mucho más libre, en otro sentido. Libre en cuanto descubre el punto de fuga en el rigor del sentido, en el rigor del diccionario. Más libre porque cada asociación, cada desvío, es más legítimo".

"El libro..." introduce nombres propios y traducciones de poemas chinos.

"Los elegí en parte como testimonio del trabajo de traducción, y en parte porque representan ideas que son también mías".

Esos nombres y esas traducciones "aluden al paso del tiempo y la destrucción de las obras de la civilización, incluidas sus grandes batallas. El fragmento es ruina. Incluso las ruinas son destruidas por la maleza. La cuestión es la misma: Historia, chatarra. O cómo leer la chatarra", concluye Aulic
ino


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